-Bienvenidos- dijo-. ¡Bienvenidos a un nuevo año en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero deciros unas pocas palabras. Y aquí están, ¡papanatas! ¡llorones! ¡baratijas!¡ Pellizco!...¡Muchas gracias!

Harry Potter y la piedra filosofal
J.K. Rowling


miércoles, 7 de septiembre de 2011

De traducción, exámenes y números

Los traductores en potencia, en ocasiones, somos unos incomprendidos. Hacemos demasiadas preguntas. Preguntas extrañas. Mismamente, hoy he visto un estado de facebook bilingüe (el propietario es un amigo de las islas Británicas, pero vive en Andalucía desde hace muchos años) y no he podido resistirme porque había un añadido en la traducción al castellano que me ha llamado la atención y me ha salido del alma preguntar... ¿Por qué?

Y no me ha entendido, naturalmente. Como las preguntas de traducción son raras... sería que le estaba corrigiendo algo y la reacción ha sido un poco brusca. Luego, nos hemos entendido. Da igual. El caso es que me he enterado de que back street en inglés puede ser lo que nosotros entenderíamos por "callejuela de mala muerte". Bien por mí.

Hablando de traducción, hoy he tenido el examen de A-B (de español a inglés) y, para no variar, no tengo ni idea de cómo me ha salido, aunque no me he llevado mala impresión y me han sobrado 15 minutos para repasar. Bien por mí (otra vez).

Mi hermano Gon, sin embargo, está muy triste porque le han suspendido mates en septiembre. El pobre ha estado estudiando mucho este verano. Lo sabré yo que he pasado mucho tiempo con él haciendo ejercicios de primero de la ESO. La verdad es que no sé qué decirle ni cómo ayudarle y mañana voy a ir con mi padre al colegio a mirar su examen y ver en qué se ha equivocado... Malditos exámenes. ¿Qué sabrán ellos?

¿Más nuevas? Bueno, el domingo fue mi cumple. Ahora tengo 21 años. Siete por tres, números que nunca me han gustado particularmente. A mí me van los pares. Y a los chinos también, por cierto (lo estudié en Cultura y Civilización China el año pasado). Lo que me lleva a darle vueltas a la fecha de mi nacimiento en términos chinos. Cuatro del nueve del mil novecientos noventa. Es un número algo contradictorio.

A los chinos eso del 9 de 1990, les encantaría. En China, el 9 es el número del emperador y el carácter de nueve, 九 se pronuncia igual que el carácter 久 que significa "eterno, duradero". De hecho, creo recordar que hubo un boom de bodas el nueve de septiembre de mil novecientos noventa y nueve en China. Sin embargo, el número menos favorito de los chinos es el 4, mira tú por dónde. Y es que resulta que el carácter de cuatro, 四, se pronuncia muy parecido al carácter 死, muerte. Como os decía: contradictorio. Según los chinos, nazco en un día que alude a la muerte y en un mes y un año que evocan lo eterno. Qué trascendental.

Y con esto y una pieza de fruta (que vuelvo a estar de dieta),

B.

p.d. Bien mirado, para compensar un poco la balanza, nací sobre las ocho y media de la tarde. Buena hora donde los haya porque está entre las 8 (el número de la riqueza en China) y las 9.

martes, 6 de septiembre de 2011

La historia de un adiós

Hoy he encontrado en mi cajón de los relatos uno que había olvidado por completo y me ha parecido interesante, así que aquí lo dejo:
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Llueve. Llueve en silencio.

Sé que llueve porque desde la ventana veo gotitas como alfileres precipitándose en un haz de luz. La noche las absorbe más allá de esa triste farola. Son iguales, pero no son las mismas, cuando cae una, otra distinta la sustituye. Se van tan rápido como aparecieron. Apenas hay un instante en el que están allí y, al segundo, o antes, has de olvidarla (y la olvidas) porque hay una más en su lugar. Y otra, y otra, y otra… No te da tiempo a pensar.

Mírate, hoy te vas.

Ayer estabas aquí: sonreías, reías conmigo; el mundo era nuestro y no había nada fuera de nuestro alcance. Eso era ayer y hoy… Hoy haces el equipaje y mascullas una disculpa, entre dientes, como si quisieras disimular el sabor amargo en el paladar. Casi quiero que te vayas de una vez.

Aquí, puedes disfrazar un poco la aspereza, hasta el desamor si quieres; todo queda entre tú y yo… pero nunca te pondrías ese disfraz por la calle, solo, ante los ojos del mundo. Eres otra cara triste en el metro, reconócelo. O allí, en el café, en esa mesa solitaria del fondo… ¿no desearías volver atrás un día en el tiempo o no te preguntas que hubiera sido si…?

Hipócrita. Ayer el subjuntivo era un modo prohibido; la irrealidad para otros. ¡Si nosotros ya lo teníamos todo! Sin embargo, hoy ya no era suficiente. Yo no era suficiente y te diré un secreto: nadie –ni nada –lo es.
No es culpa tuya. Estamos hechos así. Corazón inquieto llaman a ese defecto de fábrica. Quiero, quiero, quiero y ‹‹más justo, más libre, más bello, más grande, más y mejor››. El deseo de más no nos cabe en el pecho y vamos dando tumbos de un lado para otro con afán de probar: ‹‹a ver si... ››. Somos una perpetua búsqueda de infinito (un tanto infructuosa, por cierto).

La gente, los amigos, conocidos y demás viajeros e invitados vienen y van, entran y salen de nuestra vida, luego vuelven; en ocasiones, se esconden por un tiempo para después salir del agujero, pasan a saludar y a veces, ni te acuerdas de que están o de que estuvieron. Es así de fácil.

Y es tan difícil. En este momento es duro porque todavía no te has ido. Te miro moverte y en mi fuero interno suplico para que cambies de opinión, como las gotitas de rocío que reposan sobre las hojas de las plantas, los pétalos de las flores, y el césped por la mañana o las que cuelgan de los árboles, chiquitinas y brillantes. Sin embargo, mucho me temo que tampoco ellas duran mucho más.

Ojalá algo permaneciera en este mundo de continuos cambios. Y ojalá decidieras quedarte ahora donde estás. Porque, aunque puedas parecer igual que aquel venga en tu lugar… nunca será lo mismo. Nunca serás tú. No encontraré a otro tú vaya a donde vaya y es de ti de quien estoy enamorada.
Ahora, me paro a pensar… ¿Por qué no puede durar el amor para siempre?

–Qué silenciosa la lluvia. –Comento a media voz.
–¿Está lloviendo?
–Sí.
–Vaya… ¿Sabes por qué lo hace en silencio? –Por un momento, se te ilumina la mirada.

Sentada sobre el sofá, descruzo los brazos y se me escapa la sonrisa por las comisuras de la boca y me puede la curiosidad, expectante:

–¿Por qué?
–¡Porque le tiene miedo a los paraguas! Y si la gente no la escucha, sale a la calle sin ellos.
¿Te das cuenta? Eso solo lo podrías haber dicho tú… Me dan ganas de reír y llorar a la vez.
–Nada más y nada menos –respondo, sin disimular la ironía. Sin embargo, tengo que añadir: –¿Y eso por qué? ¿Por qué la lluvia teme los paraguas?
–Porque los paraguas son unos cantamañanas. Te pondré un ejemplo. A ti, que te gusta tanto Audrey Hepburn… ¿qué hubiera sido del final de Desayuno con diamantes si la protagonista hubiera salido a por Gato con paraguas? ¿No estaba increíble totalmente empapada?
–Ya veo… O sea que la lluvia, si no moja, no tiene ni pizca de gracia ¿no?
–Eso es. Qué bien me entiendes.

De repente, me da la sensación de que el tiempo se detiene por un momento y tu pupila se dilata, como si hubieras caído en la cuenta de algo. Entonces, ese momento se da a la fuga, y el reloj de pared nos despierta con su tick-tack. Vuelves a ponerte serio y a buscar tu ropa de forma frenética, con prisa y apurado. Vaya por Dios. Y yo que creía que había conseguido retenerte.

–Aquí estás –murmuras mientras sacas un calcetín de debajo de la cama.

No cuela: tú lo que buscas no es un calcetín. Buscas decir algo que arregle lo que dejas atrás y que te ayude a salir pitando, a salir del paso. Cobarde, que eres un cobarde. Claro que ni sabes la de cosas que pienso y no te digo desde que decides marcharte hasta que te vas. Al final, la cobarde seré yo.
Cierras la maleta por fin. Te levantas, te atusas el traje, nervioso. Te diriges a la puerta con paso apresurado. Yo, a todo esto, me doy cuenta de que no he movido un dedo desde que te has puesto en pie; ni tengo fuerzas, pero no te voy a ahorrar el trago, amigo, así que hago un esfuerzo para levantarme a despedirte:

–¿Ya te vas?
–Ya me voy.
–Te acompaño a la parada.
–No hace falta.
–Claro que sí.
–Bueno… ¿No coges el paraguas?
–No tiene gracia si no me mojo.

Sonrisa forzada y suspiro.

–Claro.

Salimos. La escalera está a oscuras, pero a ninguno nos apetece encender la luz; así que bajamos, callados, hasta la planta baja. Desembocamos en el vestíbulo, lleno de espejos. Bajo la luz tenue, hay dos tús y dos yos, y los cuatro tenemos cara de circunstancias. Me apresuro a girar el pomo de la puerta principal y te dejo salir, como un señor.

Paseamos el uno al lado del otro por la calle y entre paso y paso, las lágrimas se me agolpan en los ojos. Llegamos a la parada y aunque me quedo tiesa junto a él, aparto la mirada, como si fuera yo la que estuviera ansiosa porque llegara el autobús.

–Te estás empapando. –Es él el que rompe el silencio.
–Como Audrey Hepburn.
–Deberías haber cogido el paraguas.
–¿Quién soy yo para asustar a la lluvia?
–Eso solo fue una tontería mía; no deberías haberme hecho caso.
–Ya, bueno, pues ya está hecho ¿vale? –replico de mal humor –. Ni te digo la de cosas que tú no deberías haber hecho.
–¿Ah, sí? –Uy, parece que he tocado la fibra sensible –¿Cómo qué?

Su tono es burlón, pero deja entrever cierto enfado.

–Como hacer promesas y luego, marcharte, a primera de cambio.
–Yo no te he prometido nunca nada.
–No que tú sepas.
–¿Cuándo he hecho promesas yo?
–Me invitas un día a una copa, después, a cenar. Salimos un par de veces. Pasas a ser mi novio. Me dices que me quieres. Me presentas a tus padres ¡Yo qué sé! ¿No hay una promesa implícita en todas esas cosas? Un día, se te cruzan los cables y sin más explicación, se acabó, te piras a quién sabe dónde…
–A Frankfurt.
–¡Como si es a la Conchinchina!

Y sin haberlo planeado, ya estoy subiendo la voz y las primeras lágrimas se han hecho paso a través de mis pestañas y me surcan la cara. Tal vez no se note, con lo que está lloviendo. Si no, ¡a la porra el orgullo!

–Según tú, entonces, yo no debería haber hecho ninguna de esas cosas aunque las sintiera.
–No, no si luego me las vas a quitar todas de un plumazo. No todo en este mundo en sentimiento, ¿sabes?No se puede ir por ahí, haciendo uno lo que siente sin más. Hay responsabilidades. Hay… personas que también sienten cosas.

–Mira, estás enfadada y lo entiendo, pero no es culpa mía ¿vale? Yo no quería que esto fuera así.
–Ni tú ni nadie.

Me quito las lágrimas de la cara con la mano derecha y le miro con tristeza.

–De todas maneras, te deseo lo mejor –¿Qué clase de frase hecha y vacía es esa? ¿Hola? Te estoy desnudando mi alma aquí delante, estoy poniendo las cartas sobre la mesa y qué me dices tú… ¿Qué me deseas lo mejor? –. Que tengas suerte.

Esto es un adiós y lo demás son tonterías.

Me quedo muda y con una ridícula media sonrisa trazada en la cara. El autobús ha llegado, aparca y abre las puertas. A ti te cambia un momento la cara y susurras en un hilo de voz casi inaudible:

–Estás fantástica bajo la lluvia… ¿sabes? Mejor que Audrey Hepburn.

Mentiroso.

–El truco está en la elegancia natural –miento yo también, ya que estamos.

Sonríes con todos los dientes y me siento a punto de derrumbarme. Yo no soy capaz de sonreír; sin embargo, tú has pasado página y vas a reunirte con tu destino. En cambio, es demasiado tarde para mí... es demasiado tarde para echar atrás. Ya me he mojado, me he mojado de pies a cabeza. El autobús parte y te lleva consigo, pero una parte de mí, nunca te dejará ir.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Series fantásticas e injustamente valoradas

Me refiero a Young Americans, o Jóvenes Rebeldes, como se la conoce en español. Si es que se la conoce...

Es una serie genial del año de la pera en la que disfrutamos de un Ian Somerhalder adolescente, lo que tal vez no sea razón suficiente para no cancelar una serie, vale, pero es que, además, cuenta con buenos personajes y actores, buena trama y un buen fondo, y... bueno, puede que sea el tipo de imagen, o tal vez sea la luz (en realidad, no lo sé, no entiendo de cine ni de televisión), pero da esa impresión de viejo, de clásico, que ya de por sí tiene encanto; al menos, para mí. 

La recomiendo aunque esté incompleta y aunque sea otra serie de adolescentes americanos. Puede que porque los adolescentes en cuestión no son una panda de descerebrados; no es una serie de instituto americano que vuelve una y otra vez sobre los mismos temas de siempre. Tiene otro tipo de mensaje y los personajes están realmente preocupados en su construcción como personas, quieren saber quienes son y qué papel desempeñan en el mundo y eso, en mi opinión, es un punto a su favor. Refleja de una manera más seria la transición a la vida adulta. 

Imagino que la cancelarían por falta de audiencia, pero lo cierto es que hoy en día, yo no le concedo ninguna credibilidad a la audiencia.    

Lucía, 11 años y la sonrisa más bonita del campamento

 
Belén- ¿Sabes? Mañana es mi cumple.
Lucía- Jaja ya lo sabía
Belén- ^^
Lucía- Por si acaso no me conecto mañana: felicidades. Sería una pena que no te felicitara, que no felicitara a la mejor monitora del mundo.






jueves, 1 de septiembre de 2011

Matrículas

La matrícula de mi universidad me la tiene jurada.

Cada año hay algo nuevo; algo que se sale de lo que debería ser normal y hace normal las novedades. Cuatro años de matrículas en la universidad y cada año ha sido distinto. Solo que en esta ocasión incluso tengo que ir dos veces. Puede que lo que deteste sea la burocracia.

En esta ocasión, he ido a oficina de información a matricularme y resulta que me faltaba un impreso entre la documentación necesaria. Mi madre iba conmigo y cuando rellena los datos de la cuenta bancaria, de repente se acuerda de que hemos cambiado de banco. Fantástico.

Total, que finalmente optamos por poner mi número de cuenta, el cual no tenía en ese momento conmigo, así que llamo a mi hermano Jaime, le indico con instrucciones muy precisas dónde encontrar mi libreta del Santander y le insisto en que la libreta sea del Santander; sin embargo, el elige la del Caixa Catalunya. Le habrá parecido más bonita, yo qué sé.

Ahora tengo que volver a ir para cambiar los datos bancarios, pero es que no es solo eso...

Resulta que "no hay cupo" en una asignatura optativa de mi intinerario: Traducción Profesional del Alemán al Español. Estoy en éxtasis.
...
...
...
...
¿¿¿Y eso qué diablos significa??? ¿Cómo que no hay cupo? ¡Pero si somos cuatro gatos en alemán! ¿Qué me están contando?

domingo, 7 de agosto de 2011

Miguelichu, 12 años y un liante de cuidado :)

Miguel: Belén, ¿tú crees en Dios?
Belén: Sí, yo creo en Dios.
Miguel: Yo también. Una vez le dije: hazme una señal. Y no pasó nada, pero al día siguiente mis padres me regalaron un juego de la play... y sospeché.

jueves, 4 de agosto de 2011

Harry Potter y las reliquias de la muerte II

Dibujillo a paint :) 
Para mí, Harry Potter no terminó con la última película de la saga. Que más le gustaría a la industria del cine. No. Yo ya me había despedido de él hasta más ver al terminar la última página de las Reliquias de la muerte, desde mi punto de vista, el mejor de los libros de Rowling hasta el momento. Y digo hasta el momento porque espero que ella siga escribiendo, que empiece con un proyecto nuevo y que con otro personaje y otra historia vuelva a tocarme el corazón.

No me malinterpretéis. Soy una gran fan de Harry Potter y a mí tampoco me gusta decir adiós. Sin embargo, las grandes aventuras terminan (y suelen tener un gran final).  Es posible que a Harry le quedasen algunas otras, como a los que hemos crecido, reído y llorado con él durante estos años, pero Jo solo ha querido o sabido contarnos una y con ella ha querido y sabido contarnos su visión de lo que merece la pena, lo que es el mundo y lo que es la vida. 

Además, siempre nos quedará Pottermore

Con todo, he visto la película, por supuesto y tengo algo que comentar al respecto. No me andaré con rodeos: mucha acción, poca chicha.

Supongo que soy una de las que se ha quedado con sabor a poco después de ver Harry Potter y las reliquias de la muerte II. Puede que fuera con demasiadas expectativas, después de la primera parte, que en mi opinión fue excelente.

Uno de los errores de las películas de HP en general es que no se explican las cosas lo suficiente y creo que ha sido el error crucial de esta última producción cinematográfica. Con El prisionero de Azkaban eché en falta que alguien hablara de los merodeadores y, en esta, noto que se han comido aspectos fundamentales del libro como son, por un lado, la historia de Dumbledore contada por Aberforth; por otro, toda la conversación entre Dumbledore y Harry en King's Cross y, por último, la conversación entre Harry y Ryddle en el comedor de Hogwarts.

En primer lugar, porque la historia de Albus Dumbledore pone de manifiesto que no era tan perfecto y que se guardaba muchos secretos para sí y Las reliquias de la muerte están sobretodo vinculadas a ese lado oscuro del profesor. También porque todo el libro trata de llega el momento en que  Harry tiene que tomar las mismas decisiones que Dumbledore y, es más, que llegado el momento, tiene, además, que decidir si se fía de él, si realmente se fía de que Dumblendore le quería. Y eso, desde mi punto de vista, no queda del todo reflejado en la película porque Harry no llega a saber toda la verdad antes de tomar esa decisión.

En segundo lugar, porque apenas hay conversación entre Dumbledore y Harry en King's Cross, parece una escena de relleno, bastante inútil. No creo que se trate solo de un momento de transición en el que Harry puede decidir entre volver para luchar y coger el próximo tren. Dumblendore tendría que haberle hablado de las reliquias de la muerte y de quién es el verdadero señor de la muerte, tendría que haber hablado de por qué Voldemort no había podido matar a Harry, del sacrificio de Lilly, de… de tantas cosas que en el libro ocupan un capítulo y en la película eliminan sin más.

Y por último, pero no por ello menos importante, porque, en el libro, Harry le dice a Voldemort algo muy importante, en mi opinión. Le dice que sus hechizos ya no dañan a los amigos de Harry porque ha muerto por todos ellos, como hizo su madre por él; en definitiva, reafirma la teoría universal de Albus Dumbledore y –me atrevería a afirmar de– Joanne Rowling: que el amor es la magia más poderosa que existe Y lo que es más importante, le dice algo sin precedentes: que puede arrepentirse. Todo eso lo han sustituido por una batalla muy espectacular entre Voldemort y Harry que en el libro no tiene lugar. No de esa forma, al menos.

Otras inexactitudes que a mí, particularmente, no me han gustado son:

1) Faltan Kreacher y falta Grap en la batalla.

2) Harry le había encomendado a Neville personalmente que eliminara a Nagini: no fue fruto de ninguna casualidad.

3) El beso de Hermione y Ron: no aciertan en el cómo, ni el cuándo, ni el dónde ni el con quién delante. ¡Por favor! No deberían besarse a la vez. Es Hermione, repito, Hermione la que tendría que tomar la iniciativa. Y primero tendría que haber un comentario acerca de elfos domésticos por parte de Ron. Tendría que ser después de salir de la cámara secreta y delante de Harry quien se pondría en plan ‹‹no es momento para esto››. Y ante todo, Ron tendría que haberla levantado en el aire y girado y decir: ‹‹era ahora o nunca››. Así, hubiera sido mil veces más divertido. Tendrían que habernos dado ese gusto a los frikis de Harry Potter.

4) ¡¡¡¡Y el epílogo es más largo y más entrañable que eso!!!!!! 

A parte de todas estas cosas, reconozco que la peli ha tenido sus puntos buenos. 

Cambios por aquí

Hace siglos que no escribo. Mil disculpas a mis pocos (pero fieles) seguidores por eso y por no dar más señales de vida. Ha sido un curso mucho más difícil de lo que me esperaba y me creáis o no, he echado de menos tener tiempo para escribir (pese a que mi inspiración se haya ido al traste muy a mi pesar y solo me haya dado la vida para traducciones y más traducciones). Con todo ¡Es verano! Y es más: ¡Son vacaciones!

Y no, no podría haber dicho esto antes porque he estado trabajando el mes de julio. Sí, como lo oís: el mes entero y verdadero. He sido monitora en un campamento de inglés en Palencia, trabajando codo con codo con cuatro estupendos compañeros y 35 niños a los que no puedo evitar echar de menos todos los días.

En fin, visto lo visto (que apenas he escrito apenas seis o siete entradas desde que abrí el nuevo blog y que echo de menos el viejo), he decidido cambiar un poco la dirección que lleva esto. A lo mejor, no seguir tanto la línea del artículo de opinión y dedicarme a escribir lo que me venga en gana en cada ocasión. Mencionar aquello que me parezca digno de mencionarse, vaya. Y ahora tengo unas cuantas ideas en mente: Peguerinos, Palencia y, cómo no, Harry Potter. Así que
CONTINUARÁ...

viernes, 11 de febrero de 2011

Enfado

Hola mundo.
He vuelto. Sí. Siento el retraso. He estado ocupada. Y ahora estoy enfadada porque
a) He terminado exámenes y estoy sentada sola en mi cocina un viernes por la tarde-noche.
b) Empecé una dieta hace tres días y en marzo voy a seguir sin catar el chocolate, que hará 1 año que no pruebo el 14 de febrero.
c) He sacado un DOS. Sí, sí, habéis leído bien. Un DOS mayúsculo, absoluto y rotundo. Un 2 en traducción inversa al inglés. Yo solo he sacado un dos en mi vida en un examen y fue en secundaria y fue porque me dio la gana, porque decidí no estudiar porque no me gustaba la Geología. ¡Esto es completamente distinto! AJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJ
Decidamos cuál de los tres factores me hacen estar más enfadada. El primero, sin duda alguna.
Estoy sickled o’er with the pale cast of thought.