-Bienvenidos- dijo-. ¡Bienvenidos a un nuevo año en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero deciros unas pocas palabras. Y aquí están, ¡papanatas! ¡llorones! ¡baratijas!¡ Pellizco!...¡Muchas gracias!

Harry Potter y la piedra filosofal
J.K. Rowling


jueves, 30 de septiembre de 2010

Lo leo y no lo creo. De hecho, he llegado a un punto en que he tenido que dejar de leer.

Quizás soy una idealista por pensar que se debe castigar el delito y no al que delinque; por pensar que la finalidad del castigo debe ser la reinserción exitosa del criminal –una vez rehabilitado –en la sociedad. Puede que sea mojigata por creer que decidir sobre la vida o la muerte de un ser humano no concierne a ningún juez o jurado o víctima, que la justicia humana tiene un límite; que no somos dioses, vaya.  Tal vez sea demasiado ingenua al afirmar que ponerse al nivel de quien asesina, nos convierte en asesinos; o en otras palabras, que la ley del talión es infantil, ciega, cruel y desde luego, injusta. Es más, es posible que me equivoque al pensar que Judy Keer y el resto de miembros de CCVADP u otras organizaciones similares que haya en Estados Unidos sean personas resentidas que no pueden vivir en paz y seguir adelante del todo. Quizás. Puede. Tal vez.

Ahora bien, a mí lo que me llama más la atención cuando leo esta noticia, ya no es solo la existencia de cosas como la pena de muerte allá, al otro lado del océano, en la supuesta primera potencia mundial;  sino que lo que frene todo el proceso de repente sea si la primera jeringuilla es indolora o no. Que alguien me lo explique. No tienen el menor escrúpulo para matar a una persona como en el Medievo, pero sí para que sufra menos o más. ¿Qué pasa? ¿Qué ese hombre no sufre en el corredor de la muerte todos los días o qué? ¿Acaso le tiembla el pulso al juez, incluso frente a crímenes tan espantosos como el de Albert Brown, cuando le toca decidir el día y la hora de su muerte? ¿Qué pensáis vosotros? 

B. V.

p.d. (Con esto no estoy diciendo que no entienda a Judy Keer. Si alguien matara a un hermano mío, lo más seguro es que tuvieran que amordazarme, atarme a una silla y vigilarme a todas horas durante una semana o más porque no respondo de mí. Pero eso no quiere decir que estuviera en mi derecho de tomarme la justicia por mi mano; no sería objetiva en esos momentos.  

3 comentarios:

  1. Personalmente, estoy toalmente en contra de la pena de muerte. Creo que es mucho mejor condenar al reo a una cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional y con trabajos forzados, como plantea el artículo, ya que de ese modo el preso estará encerrado, nunca podrá volver a hacer daño a nadie, pero tendrá oportunidad de redimir con su trabajo el mal que ha hecho a la soicedad y de paso también tendrá toda una vida para arrepentirse de lo que hizo.
    Hay una frase de "El Señor de los Anillos" en la que Gandalf le dice a Frodo "Muchos de los que viven merecen la muerte, y algunos de los que mueren merecen la vida. ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el final de todos los caminos". Pues estoy totalmente de acuerdo con ella, e ilustra bastante bien el motivo por el cual no apruebo la pena de muerte.

    Respecto a lo de parar la inyección porque no saben si duele... pffff, la verdad, se nota la buena intención de ser "políticamente correctos" y de evitarle sufrimientos físicos al reo, pero en el fondo me parece un poco chorra, por tres motivos:
    a) Por el que comentas tú, que el tipo ya está sufriendo al saber el día y la hora de su muerte. Ese sufrimiento psíquico es mucho más bestial que el físico, pero al parecer eso no les importa tanto a los americanos, de hecho se podría decir que es el castigo del reo.
    b) ¿Cómo se les ocurre comprobarlo ahora? ¿Y todos los demás que han sido ajusticiados con esa inyección, qué?
    c) Además, ¿por qué sospechan de repente que la inyección duele? Y, lo más curioso, ¿cómo piensan comprobar si es así?

    Vamos, que mucho "politically correct" y poca humanidad de verdad. Si realmente quieren humanziar las condenas, que quiten la pena de muerte. Y, sobre todo, que se preocupen de si la inyección letal duele o no antes de implantarla, no a estas alturas ¬¬U

    ¡Nos leemos! :-)

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  2. Lo ideal sería la cadena perpetua. Matarles me parece ser demasiado piadoso. Tienen que sufrir lo mismo que han hecho sufrir, y muertos no van a hacerlo. Pero si le hiciesen algo a algún familiar mío... no pararía hasta encontrar al tío/a y someterle a las torturas más rdolorosas que hubiese, por muy poco objetiva que parezca. Dices que ningún juez o jurado o víctima puede decicir sobre la vida de otra persona. Pero vamos, si un tío ha torturado, asesinado y descuartizado a 25 personas (por ejemplo) y luego le meten una inyección letal... me parece que la justicia ha sido benévola. Porque me gustaría ver al tío en las manos de los familiares de las víctimas o ver cómo termina después de 50 años en una celda.

    A mí lo de que les duela o no les duela, me da francamente igual. Si les duele, pues que se jodan. No siento ningún tipo de compasión por el dolor de una persona que ha hecho sufrir tanto a otras personas. De hecho, sería uncluso mejor que les dijesen con tres meses de antelacón que se les iban a cargar y el día de la ejecución le dijesen "que no, que es una broma, a tu celda a picar piedra"
    Eso sí que sería doloroso. No digo que lo paren para comprobar si duele o no duele que te provoquen un fallo orgánico. Que no sea una cosa puntual como en el caso del artículo. Estaría genial que esa fuese la tónica general. El dolor psicológico de saber que vas a morir y después el resto de tu vida encerradito.
    Y discrepo con eso de la reinserción. Hay presos que no pueden volver a andar por las calles y lo hacen. Esos son un peligro, no me creo que un violador deje de violar, ni que un asesino deje de matar por pasar una temporadita en la cárcel. A esos hay que encerrarlos y no permitirles volver a salir de allí, por que la forma más infalible y más buena de pertenecer plenamente a una sociedad es NO DELINQUIR. Porque luego sueltan a un pederasta o a un violador o a cualquier hijo de mala madre y tienen los cojones toreros de decir que su estancia en prisión supone un handicap para su reinserción. Sí, y qué más.
    Hay delitos menores, y a esos delincuentes se les puede reinsertar, pero no vivimos en La La Land, no todos merecen la segunda oportunidad.


    ¡Un saludo!

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  3. De esto puedo hablar, Gy, que ya sabes que gracias a (o por culpa de) mi trabajo, tengo experiencia con el tema :-)

    Lo de los violadores y los maltratadores de mujeres sí que es de casi imposible reinserción, porque son delitos con una tasa de reincidencia altísimas y muy pocos de ellos delinquen sólo una vez, ya que cuando se es capaz de cometer ese tipo de crímenes es porque la empatía y el respeto a los demás en general y a las mujeres en particular es bajísimo, por no decir inexistente, y son esquemas MUY difíciles de cambiar. Hay que tener en cuenta siempre que un violador no peca de lujuria, ni un maltratador peca de ira. El sentimiento que subyace bajo estos dos delitos es el de control, humillación y dominación absolutos sobre un ser por el que se siente un desprecio patológico.

    Sin embargo, lo del asesinato es más complicado. Hay asesinos que NO son reinsertables en la sociedad por el simple motivo de que son sádicos o piscópatas, es decir, que disfrutan haciendo daño a la gente, no pueden ponerse en el lugar de los demás, y no respetan las normas sociales. Ejemplos de ese tipo de asesino son los que mataron a Sandra Palo, a Rocío Wanninkhof o a las niñas de Alcácer.
    Ahora bien, hay otros casos de asesinos que sí son reinsertables. Por ejemplo, los que matan por una causa muy concreta a alguien determinado (un ajuste de cuentas, una venganza...), los que matan bajo la influencia de las drogas (el típico atracador camello que se pone nervioso y pega el navajazo, o se pelea con otro tío estando dopado o bajo síndrome de abstinencia, y lo mata), o los que matan sin ser responsables de sus actos, a causa de una enfermedad mental (el clásico caso del esquizofrénico, por ejemplo).
    Todos estos casos son reinsertables de distintas maneras (aunque el último más bien necesita un psiquiátrico penitenciario que una cárcel, y desde luego que salga o no dependerá exclusivamente de cómo responda al tratamiento).

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