-Bienvenidos- dijo-. ¡Bienvenidos a un nuevo año en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero deciros unas pocas palabras. Y aquí están, ¡papanatas! ¡llorones! ¡baratijas!¡ Pellizco!...¡Muchas gracias!

Harry Potter y la piedra filosofal
J.K. Rowling


domingo, 19 de septiembre de 2010

Prejuicio y perdón

         Hoy quisiera hablar de religión.
      Sé que se trata un tema peliagudo y que muchos tuercen la nariz cuando suena la palabreja o que si no, es la palabra ‘Iglesia’ la que crispa. Alguien dice ‹‹Iglesia›› y al instante se oyen coros de ‹‹preservativos, SIDA y África›› (en lo que no voy a entrar, Dios me libre)  y ahora que está al rojo a vivo el tema de Irlanda, pues ‹‹pederastia›› y hasta a veces ‹‹corrupción››. Tópicos, si queréis mi opinión. Per ¡uy!, ya empiezo a notar el ‹‹nadie la ha pedido›› desde la distancia.  Lo siento, no puedo evitarlo, siempre me pasa lo mismo cada vez que digo: ‹‹Pues yo soy católica practicante››, que me da la sensación de que hay muchos que se me lanzarían a por la yugular en cualquier momento.
       No sé si a vosotros os habrán discriminado alguna vez por cualquier causa, pero ya os digo que no es agradable. En el momento en que empieces por ahí (y yo suelo empezar por ahí, no me gusta engañar a nadie), tu opinión no vale un comino ni a nadie le importa. Quizás es porque, en teoría, me han ‹‹lavado el cerebro›› y ya no pienso por mí misma;  claro que a todos los que repiten palabra por palabra lo que escuchan, ven y leen lo que dicen los medios, sí que tienen toda la credibilidad del mundo; mientras que los que vamos a contracorriente estamos desfasados, qué se le va hacer. La religión es cosa de viejas, ¿no?
Pues no. Siento comunicarles a todos los mentecatos que piensan que soy un corderito manso, atolondrado y supersticioso, que se equivocan. Quien tiene fe y es miembro de la Iglesia hoy en día precisamente es alguien que decide por sí mismo, que no se deja llevar y sabe muy bien lo que está haciendo y por qué lo está haciendo. De lo contrario, sería mucho más fácil que lo arrastrara el torrente de la sociedad laicista en la que vivimos.
      Así que en este país, cuando se trata de religión, y en especial cuando se trata de Iglesia, a unos les sale atacar y a otros, ponernos a la defensiva. Qué cosa más triste. Nadie escucha, nadie intenta encontrar un punto en común. ¿Por qué? Es por algo que nos afecta a todos (que conste, me incluyo en el lote). Más de lo mismo, prejuicios. Nos dominan, nos nublan el juicio y nos impiden ver, comprender o mirar a las personas y a los hechos como lo que son. Prejuicios. De eso quería hablar yo.
        El sumo pontífice ha hecho una visita al Reino Unidos estos últimos días, entre otras cosas para beatificar a John Henry Newman. Resulta que ha habido manifestaciones en contra de Benedicto XVI por su participación en las SS durante la Segunda Guerra Mundial (ya sabéis, ese tema que nunca pasa de moda como nos dejó claro Viviane Reding el otro día. Los pobres alemanes tienen una cruz con esa maldita guerra…). Y me parece patético porque es otro de esos tristes prejuicios de la gente. Ya cuando salió elegido papa, muchos murmuraban y lo llamaban nazi. Se creerían muy inteligentes.
         El Papa tiene ya sus años, amigos míos; no le habrá dado tiempo de cambiar ni nada. Ahora habla en nombre de la paz. Pero, ah, es verdad, que eso hoy día no vale un pimiento ni significa nada, que nadie merece una segunda oportunidad, que las personas no cambian nunca. El que hace el mal, malo para siempre. Ahora bien, más les vale ser a todos esos manifestantes un grupo de personas de moralidad intachable, porque si no, ¿cómo iban a vivir sin ser capaces de perdonarse a sí mismos? Ya me parece duro vivir sin poder perdonar al de al lado…
       ¿Sabéis qué? Yo miro la foto de la noticia en El mundo y me conmuevo frente a la persona que tengo delante. No defiendo al Papa porque sea católica y él sea la cabeza de la Iglesia, a la que yo pertenezco, lo defiendo porque es una persona y, probablemente no podamos imaginarnos hasta qué punto, arrepentida. Se necesita mucho valor para arrepentirse y rectificar, lo sé yo y lo sabemos todos. Se necesita mucho valor para después, enfrentar al mundo con lo que uno ha hecho. Sufrir lo indecible. Por eso, mi personaje favorito de Crónicas de Narnia de C.S. Lewis siempre fue Edmund Pevensee.
         Me conmuevo cuando miro al Papa, como me conmovía al leer que Edmund regresaba a sus hermanos y a Aslan con la cabeza gacha después de haberles traicionado, apesadumbrado. Me conmuevo y me admiro. Sin embargo, por todas esas personas que le miran con resentimiento y hacen campaña contra él, solo siento lástima. Pobre gente. Como dijo Jesús –un tío muy listo, por cierto –el que nunca haya pecado, que tire la primera piedra.  

2 comentarios:

  1. Pues te entiendo perfectamente. A mí cada vez me molesta más esa relación entre cristianos = estúpidos. Es verdad que noto caras raras cuando aparece el tema de que alguien va a misa...
    Y confieso que antes yo era así, hará cosa de... ¿5 años?

    Menos mal que cambié. Desde entonces, creo que mi vida ha experimentado un gran cambio para bien (entre otras muchas razones, quizás nunca hubiera conocido a una persona muy especial para mí: mi novia).
    Yo no soy creyente (me definiría como agnóstico), pero encuentro cierta fascinación e interés en la religión (es un poco difícil de explicar, quizás lo haga algún día en mi blog). Y como dijo Manolo García en una entrevista, la religión es algo a respetar:
    http://www.youtube.com/watch?v=YpRrlH5OD70

    Y aunque confieso que a veces, ante cierta gente religiosa despotrico y me quedo bien a gusto, nunca lo hago por sistema (es decir, no porque sean cristianas per se), sino por lo que dicen, por su pensamiento que a mí me desagrada. De la misma forma, ante cristianos como el filósofo Marina me quito el sombrero (entre sus publicaciones, está "Por qué soy cristiano").

    Respecto al Papa, mi profesora de historia (ateísima) nos contó que era verdad su relación con el nazismo, pero poco después no sé qué hizo que lo redimió (lamentablemente, no recuerdo qué). De todas formas... Juan Pablo II me convencía más como Papa que no Ratzinger.
    Por cosas como ésta (y muchas más que ahora no voy a desentrañarlas):
    http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Benedicto/XVI/reniega/Bob/Dylan/elpepusoc/20070308elpepusoc_9/Tes

    Y por último, Edmund también me gusta mucho (me leí las Crónicas del tirón este verano ^^). Precisamente por su cambio, porque yo también tuve una etapa para olvidar.

    Un saludo

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  2. Me ha gustado mucho tu entrada y estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. Me alegro de haberla encontrado, aunque haya sido por casualidad :-)

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